Mensaje de bienvenida – Welcome 3.0

«En medio de la cuantificación, el exceso y la urgencia de las imágenes, al interior de los dispositivos que nos fijan a sus pantallas aún en la movilidad, en medio de esta iconocracia —la tiranía que la imagen ejerce sobre nosotros—, poder observar las mutaciones profundas en el régimen de lo visible es un primer acto de justicia.»
—Ariel Gurevich,
La Vida Digital.


Bienvenida. «Recibimiento cortés que se hace a alguien» (RAE, acepción 3). Dieciséis años después, otro mensaje de «bienvenida». Sí, aunque bastante inconstante en sus contenidos, hoy Plaza At Sensus cumple 16.

Al principio, los «mensajes de bienvenida» en los sitios webs eran como esos mensajes que se tiran embotellados al mar con la esperanza de que alguien en algún lugar remoto lo recibiera y lo leyese… tal vez anhelando esa «promesa de olvido y persistencia al mismo tiempo» de la que hablaba Sergio Chejfec, como hito anecdótico e inaugural (o reinaugural, como en este caso) de un sitio.

Cuando abrí este blog no se podía aspirar, ni siquiera concebir, que el hecho de tener un blog (o más genéricamente «publicar en internet») pudiese proporcionar celebridad. Si bien antes existían rudimentarios contadores de visitas de los cuales algunas páginas webs se ufanaban (¡qué arcaicas que pueden llegar a ser las modas!), uno no podía darse el lujo de conjeturar una lista de posibles personas como receptoras de las publicaciones. A lo sumo, podríamos habernos enterado de alguna visita humana por el comentario que alguien nos hubiese dejado en un post o, si uno disponía de un «libro de visitas», por alguna esquela con la que nos hubiese saludado algún amigo leal. Y puesto que en esa época la gente no era tan extrovertida en estos ambientes —puede que mi recuerdo sea idealizado, concedo—, siempre quedaba un margen para ilusionarnos con ese lector o visitante que, como decía, se figuraba remoto en nuestra imaginación. Aunque, si uno es sensato, cabría reconocer también un margen insoslayable para la indiferencia. Así es que, si uno quería popularidad o publicidad gratuita, tener un blog o andar buscando interactuar por internet no eran opciones lógicas en ese entonces (cuando abrí este blog, «TheFacebook» todavía era un experimento universitario, y aún no existía YouTube).

«No tengo otra cosa que hacer así que me pongo a escribir.» Así empezaba yo la entrada de un diario todavía en pañales en 1997, y que me pareció justo rescatar de manera retrospectiva en este blog para que se convierta en su entrada más antigua. Quizá esta reflexión imberbe sobre un teclado, de la misma manera en que Nina ensayaba un compendio de La Gaviota diciendo «casualmente vino un hombre, miró, y por no tener otra cosa que hacer la dejó sin vida…», este texto mío, tan primigenio y con ímpetu prematuro de blog, quizá, digo, sea una pista íntima y un nuevo fervor, en este año tan especial, para volver a hacer cosas sólo por no tener otra cosa que hacer.

El paso del tiempo, hacerse más grande, a veces otorga lucidez y uno puede, si no anda muy distraído, verle algunos hilos a la tecnología. La obsolescencia provoca que caigan descascaradas algunas herramientas o medios que uno creía más perdurables. Y, en un contexto más general, a medida en que nos vamos adentrando en las profundidades del siglo XXI —que había empezado tan auspicioso en términos de avances tecnológicos— si uno aún pudo salvar algo de ya no digamos lucidez sino al menos un poco de atención, tal vez haya podido percibir los síntomas subrepticios con que este siglo nos crispaba hasta el año pasado y que este año, exacerbardas la polarización, la pérdida de objetividad y la propensión a escandalizarse, ya nos ha dejado de cama.

Sí; una convalecencia que nos tiene agotados pero muy conscientes, sin poder distraernos ya del agobio y de las facetas más vulgares del mundo en el cual vivimos, ahogados con noticias que leemos en los diarios, o cúmulos de informaciones frívolas o irrelevantes. Estos estímulos que nos llegan por diversas vías y en diferentes formatos, procrastinan nuestra vida y clausuran cualquier resquicio por el que uno pueda desplegar su instinto o intelecto: paquetes herméticos para comer, o tirar, o dejar de comprar.

Pero en este «estar de cama», es cuando uno puede valorar más la riqueza y el esplendor del silencio, del no decir, del dejar un margen para los demás y la naturaleza; y uno mismo, por sus propios medios y meditando en todo esto, podría intentar elevarse hacia un momento a solas, sin vértigo y por sobre la polución, y con renovado oxígeno y perspectiva poder advertir que vivimos sumidos en un tráfago que no es del todo aleatorio. «¿Qué se gana con defender el orden establecido, aparte de la aprobación mezquina de aprovechadores y de usureros, y de la admiración equívoca de las almas convencionales?», escribió Saer en la narración de Tomatis que proyectaba lo que podría contar Watson de lo que Holmes una vez le habría dicho.

Bajando al presente después de estos viajes que les recomiendo, que permiten ver el paisaje de la vida de uno desde arriba y en silencio (¿modo samadhi?), ya con nuevas miradas, uno puede tener más control y divertirse un poco con estos adminículos que la modernidad puso en nuestros bolsillos. Por caso, podríamos pensar en un uso libertario del hashtag. El hashtag, permeable y multiuso, compatible con la amplitud de esas nuevas miradas o nuevas conciencias, puede dejar espacio para ese «momento a solas», ya que no exige coherencia con cómo otros lo han usado en el pasado, ni tampoco podemos asegurar cómo se usará en el futuro. Incluso, puede darse el dichoso caso de que uno mismo estrene un hashtag. La libertad también de poder hermanar ese hashtag con otros sin restricciones, estimula la promiscuidad bisociativa (¿hay algo más imprudentemente fácil y tentador que poner etiquetas?)

Durante estos años de «redes» he venido pensando que Plaza At Sensus, este blog que en ocasiones oficia de productora, bien puede travestirse en un hashtag inoculador para cruzar de la esfera de las «páginas» a la esfera de las «redes». Hashtag como el rango cariñoso que se les confiere a veces a los niños o a los difuntos, o a las personas que por uno u otro inverosímil motivo no han abierto todavía una cuenta en alguna red social, ya que no pueden ser invocados con una arroba. Este nuevo disfraz de hashtag no sería algo inesperado porque, además de ser plataforma y escaparate para mis aventuras artísticas y arena de mis incursiones curatoriales, siempre he soñado este sitio como un puente. O mejor dicho, como un lugar para trazar puentes.

Por ejemplo, puentes tan angostos e inestables como puede ser un renglón en las coincidencias arrojadas por Google para «a» + «b», palabras nunca antes linkeadas. Bisociación en términos de links y que eso genere un nuevo punto en este espacio tan amplio. Me insipira lo que dijo Mauricio Kartun una vez, que hay que estar siempre atento con «el enchufe multitoma». El link como contenido, como juego conceptual, chapuzón borgeano en el índice onomástico de todas las enciclopedias que es internet. Yo pienso que este mecanismo, un simple unir dos palabras en un post, hashtags o etiquetas, títulos o notas, es lo que hace que internet, con sus buscadores y algoritmos, enriquezca sus más gloriosas posibilidades: la sincronicidad y la serendipia, el pasadizo…

Pero desde ya que este sitio, además de prestar atención a estos aspectos referenciales o documentales, refleja también el acopio y la condensación, el inventario de mis inquietudes, y por supuesto, de mis héroes y heroínas. Aquí estoy, con el romanticismo valiente del curador de un museo moribundo, componiendo hace dieciséis años este collage de links, pizarrón de textos o simplemente los álbumes de mis entretenidos paseos por la red. «Experimento, investigo, curioseo», a decir de Daniel Link.

Admito los ribetes sentimentales de mi empresa, pero defiendo mi entusiasmo a capa y espada. Es que internet, luego del desenfreno de ciertas corporaciones, se ha vuelto un páramo en el que conviene andar con cuidado: nuestros datos privados no habían estado siendo resguardados como nos lo habían prometido, y nuestros feeds de noticias habían sido manipulados para rebosarnos de azúcar, harina y sal.

En este contexto, es en el que los blogs, y muchos sitios webs personales, se convirtieron en baluartes que reivindican ese espíritu libre que reinaba en los orígenes de internet, con la posibilidad de manejar sus propias agendas y temáticas, y así preservarse independientes de los criterios de popularidad. Como estos portales todavía pueden vivir por fuera de las redes sociales —e incluso a veces son censurados por estas últimas con restricciones a links externos—, nosotros, quienes los mantenemos, forajidos, contamos con la plena libertad de organizar nuestro propio camino y continuar así con las tradiciones que más nos representan.

Por eso es que adoro este blog: porque se erige como la punta de un iceberg que no es otro que el programa artístico que a fuerza de intuición me he ido forjando: el teatro, la literatura, el arte conceptual y las tecnologías de siempre (software, hardware, bibliotecas y archivos). La punta de un iceberg que no pretende ser más que un píxel en la pantalla de «un espectador que no tiene tiempo o tiene muy poco tiempo para leer y ver» según Boris Groys. Aquí estoy, entonces, en un intento más —de muchos, seguro— de apartarme del tumulto donde moran las almas convencionales y así, desde el reposo, fantasear con llevar a cabo ese primer acto de justicia sin tener que asesinar una gaviota.

Eso.

¡Les doy la bienvenida a la bitácora volátil de mis obsesiones!

Un abrazo grande,

C. S.
—17 de noviembre 2020

Foto: Lacroze, viernes 4 de marzo 2005 – by @mathom13

Borges 120

INSCRIPCIÓN PARA DESPEDIR AL ABUELO

a la memoria de Walter Jorge Sims (27/07/1927-08/03/2018)
 

“Cada uno de esos grupos es una familia; todos los animales que lo forman tienen una misma querencia en el campo, y un mismo punto de parada y de descanso en el rodeo.”
-José Hernández, Instrucción del Estanciero.

Unas palabras, nada más, para despedirte con agradecimiento, querido abuelo.

Con el ejemplo de tu humor, aun en los momentos difíciles, me dejaste las recetas para tomarme la vida con más gracia. Es que, a pesar de ser hombre de conducta intachable, no te faltaban las sonrisas pícaras, un chiste siempre a mano, o tu sutil ironía.

Agradecido estoy, también, por ese lingote de oro a mi vida: tu entusiasmo contagioso por el Martín Fierro, del que supiste atesorar algunos versos que te acompañaron hasta el final, o las notas y subrayados en los libros, que siguen siendo faros que me invitan a navegar con pasión en todas mis lecturas. Después, leíste mis primeros cuentos y poesías: tu paciencia y tu agudeza fueron un apoyo fundamental, y diste tu bendición a mis aventuras literarias con la Olivetti.

Tu nieto mayor te despide ahora, con todo el amor y con una certeza: tantas historias familiares… tus anécdotas camperas… creeme, querido abuelo, no son una estela en tu trayecto hacia lo eterno… sino fulgor por la gloria de haberlas compartido y escuchado.

Guby.
Viernes 9 de marzo de 2018.

 

Literatura expandida [Café Perec]

Nabokov le dijo a Juan José Saer en un sueño que tuvo el escritor argentino, el 14 de marzo de 1995: “Quizás nuestra sociedad obliga hoy en día al artista a entregarse a la vulgaridad, igual que hace un siglo obligaba a los poetas malditos a abandonarse al ajenjo”. De algún modo, recordar ese sueño antiguo me emociona al desplazarme fuera de este devorador presente tan atado solo al presente, a este “tiempo sin tiempo” que bloquea el pasado y no tiene capacidad alguna para anticipar el mañana. (sigue leyendo)

a través de AYUDANTE DE VILNIUS | La obra de Vila-Matas es en gran parte conceptual, y puede crear adicción. Su reputación de autor de culto crece con cada nuevo libro. NEW YORK TIMES

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por Carlos Sims

A ellos dos, por la inspiración infinita.

“…el exceso de suciedad obliga a notar y a describir. ¿Con respecto a qué norma? ¿A partir de cuándo un medio se torna sucio? ¿Qué resultados daría una historia ‘histórica’ de la suciedad?”
-Roland Barthes

“Una persona o una clase aislada de su propio pasado tiene menos libertad para decidir o actuar que una persona o una clase que ha sido capaz de situarse en la historia.”
-John Berger

Alejandra Pizarnik se suicidó el mismo año en que mi abuela murió de un infarto repentino, ambas con la misma edad: mi misma edad. Abuela por parte de madre. Sin embargo, ni la idea del suicidio ni la del infarto me provoca aprensión. Menos aquí en Barcelona, y con semejante objetivo por delante: encontrar urgente al escritor Enrique Vila-Matas.

La asociación abuela-poeta me llegó como un chispazo mientras hacía pis, y decidí volver al pequeño escritorio del cuarto de hotel, precisamente para documentar este link: mi abuela se llamaba Paula igual que la esposa del escritor, y lo demás tal vez fue obra de los sueños, nutridos por el único libro que me acompaña en este viaje: “Nueva correspondencia Pizarnik”.

1972.

Suena una música de la televisión catalana de fondo, y medito si no sería mejor cancelar todos mis planes de las últimas veinticuatro horas y volver a Londres, tranquilo, sin sobresaltos y con mis apuntes (quince fichas prolijas) antes que seguir en este camino de improbable éxito. Esas fichas casi corren la misma suerte que los accesorios que traje de Londres, si no fuera porque me moría de hambre al salir de la conferencia en la “Universitat”. Conferencia que fue el supuesto objeto del viaje y que ya pasó a segundo plano. Ahora debo encontrar a este escritor. Escritor al que siento conocer de toda la vida y que hasta hace una semana no había oído nombrar.

Si cualquier extraño repasase estas líneas supondría que soy escritor. ¡Nada más alejado de la realidad, querido intruso! Aunque mi crisis es tan profunda, que siento que cualquier extraño podría darme una mano. Ya lo decía Williams. ¿Es que podré abstraerme para ser yo mismo… ajeno de mis circunstancias…? ¿Racconto…? Suena interesante como ejercicio.

Martes 7. Llegada al Aeropuerto El Prat. Pequeño incidente en la aduana: mi apellido mal escrito, mi nacionalidad argentina, mi residencia inglesa y una valija con accesorios de baño provocaron perplejidad a las autoridades catalanas. Europa está paranoica. Todo aclarado: “Ricardo Mutt, artista conceptual.” Llegada al hotel, confirmación a la conferencia. Tarde libre, paseo por el Barrio Gótico.

Miércoles 8. Mañana perdida, sin noticias del mundo. “Mi silencio no admite justificación” de Pizarnik a Antonio Beneyto, febrero de 1972. Beneyto = Barcelona. Notas. Absorbido por el protocolo de la obra para la exhibición. Incertidumbre por la eventual incompatibilidad de la presentación de mi site-specific digital, con mi cargo en la Sociedad. Quebrar los moldes, darle para adelante. Mensaje de Sergio desde Nueva York, me dice que vaya a la charla del escritor Enrique Vila-Matas. Incertidumbre, again: seguir delineando la obra (”la puta obra”), o hacer turismo intelectual…

Jueves 9. Dos días hábiles para la conferencia; si quiero presentar la idea, más vale que me apure. Todas las plataformas, todos los dispositivos, todas las redes sociales, un usuario, una contraseña, un artista, un espectador. Catalogar. ¿Herramientas…? Carpetas y etiquetas. Afinidades artísticas. En qué brete estoy: melancólico y solo, armado con estos cacharros, contra el océano de podredumbre en internet. Directo al corazón, atravesando la mugre. Pensar, pensar. Alejarme de moralinas, focalizarme en el arte; que siempre resulta inútil, por otro lado.

Viernes 10. Tiro los accesorios de baño. Mi típica bronca tóxica… letanía acostumbrada por no valorar mis propias ideas. Es que… muchísima vergüenza. Esta mina es una grosa y yo me vengo con estas baratijas desde Inglaterra. No. Me doy asco. En fin, presentaré a Madame Guasch solo la idea para la exhibición digital. Si consigo su apoyo bien, si no… veo. Sergio insiste con Vila-Matas, me dice que es un genio, que admira a los artistas y que toda su obra literaria gira en torno a los artistas. Y que es “un pilar meta-literario de nuestra era.” A la tarde, prostitutas por El Raval.

Sábado 11. Sigo con los lineamientos de la obra. Artista VS. espectador. Entretenimiento. Cómo será de aburrido que está el público, que lee apurado los diarios mal escritos en internet. Pensarme como ingrediente humilde. Agujero voraz. Sol Lewitt me da argumentos inspiradores por si la Guasch objetase la falta de sustancia de mi obra: “No todas las ideas tienen porqué materializarse.” Madame Guasch jamás va a contradecir al gran Lewitt. Me paso la tarde de sábado en Whatsapp, respondiendo saludos de cumpleaños. Sergio no me escribió. Repaso su último mensaje. “Pilar meta-literario.” Cómo me conoce, el hijo de puta. Llamo a la Biblioteca Agustí Centelles para averiguar, me dicen que la charla es de “acceso libre hasta agotar plazas”. Asociación inocente con la plaza de mi infancia. Consulto si la charla tiene un tema, me responden que se da en el marco de la publicación del último libro del escritor: “Mac y su contratiempo”. Buscando en internet alguna afinidad del autor con el año 1972 (supersticioso, ya sé), descubro que le dedicó un artículo y varios textos a Alejandra Pizarnik. Además, que fue actor en otra época de su vida, como yo. Suficiente.

Domingo 12. Vuelco todo el protocolo de la obra a quince fichas índice #2. Nadie me para. Todo ese exceso de equipaje, aunque terminó en la basura, me sirvió para algo: la semántica de la obra va a estar inspirada en los baños romanos. Conectores y lavatorios. La libertad de los sexos. Posible devenir inglés, ¿Bath? Notas. Dudo si usar nomenclatura en inglés por esta aversión de los españoles a este idioma. Ahora veo. Ponderación natural de las bisociaciones y la sincronicidad (Koestler + Jung). No desenfocar: un artista = un espectador. Desafío tres punto cero.

Lunes 13. Conferencia. Conocerla. Es una grosa. Está por empezar. No sé qué hago viviendo en Londres, aquí está el epicentro del arte conceptual. Intermedio, muy aburrido. Almuerzo rápido. Notas de lo que me quedó en la cabeza (poco). Junto coraje para la segunda parte, tengo las fichas en la mochila. Compré un sobre de vinilo azul para presentárselas. Hay que entrar por los ojos.

Martes 14. Día de los enamorados. Metáfora cruel. Deambular por la ciudad. La ciudad… bella, yo… defraudado, desilusionado… Después de tanta admiración, de tantos mails, Anna María Guasch no quiere apoyar mi obra. Todo perdió sentido… de nuevo. Depre. Decido no asistir al segundo día de la conferencia. Sentimientos encontrados. Aun sintiéndome despreciado, pienso todavía en qué responderle si me escribe por mi ausencia. Tarado… ¿cómo ella, la gran Madame Guasch, va a notar mi ausencia…? Ni siquiera la lista de amigos notables, miembros de la Sociedad, logró cautivarla. Tampoco la Baronesa y sus mecenas alemanes, nada. Pudiéndose haber excusado por la falta de tiempo (le dije que la exhibición arrancaba el 10 de abril)… no. Simplemente no estaba “interesada”. Punto. De resentido nomás, lamenté cada libra que me gasté en sus carísimos libros. Ya casi mediodía. Compro el libro de Vila-Matas, café rápido y “bocadillo” de queso manchego para levantar el espíritu en este café-librería Laie. Sagrada Familia… en una visita que mi cuerpo resistió apenas, entre lágrimas y esperanzas. Hotel. Reconfortado. Ahora voy a abocarme a leer el libro, en cama. No pienso hacer otra cosa en todo el día.

Miércoles 15. Entusiasmado. Tengo mi obra, ¡por fin! ¡Tengo mi obra! Esta idea será mi obra. Todo tiene sentido, mi viaje, mi vida en Europa, mis maestros en Argentina, mis cuadernos, mis primeras exposiciones digitales, mi blog… todo, todo tiene sentido. Pero no debo apresurarme, debo encontrar urgente a Vila-Matas. Sin su apoyo, soy apenas un delirante. La mala noticia: no tiene Facebook, ni Twitter, ni nada. Un clásico. Solo me queda la charla de hoy. Gracias Sergio, gracias Lewitt. Soy un hombre entero. Respiro, me río, me cepillo los dientes. No puedo perderme esta charla en la biblioteca. Por nada del mundo, por nada del mundo, “acceso libre hasta agotar plazas”. Picardía argentina puesta en obra para arrebatarle la “plaza” a algún barcelonés desprevenido. Ok. Parar la moto. Horas de YouTube me confirman mi apreciación de las fotos: Vila-Matas debe ser un tipo de carácter. Podría desempolvar mi personaje de Rosa Solterá e ir travestido. Nada es ridículo en el imposible mundo del arte. Debería comprar ropa. Pensar la estrategia. Pensarla bien. Notas. Más que notas, garabatos.

En fin… sí: así estaba de loco y entusiasmado. ¡Y todo abortado por la vergüenza! ¡De nuevo la vergüenza!

Pienso en escribirle a Kartún para agradecerle de nuevo por sus enseñanzas, y contarle mi nuevo ejercicio de documentar los links. Contarle también lo de Pizarnik y la abuela, y Vila-Matas.

Vila-Matas, Vila-Matas… ¡¿por qué no me acerqué ayer y le dije TODO?! Soy un estúpido, ahora es como encontrar una aguja en un pajar. ¿Cómo sé si no tiene ya la información que yo pienso darle? ¿Cómo sé si le interesa mi proyecto? No va a ser fácil. Y de ahí, a que me entienda y me ampare… dudoso. Voy a llamar a la Baronesa esta tarde, necesito todo su apoyo.

Al salir de la charla, ayer, todo mi proyecto se desmoronaba. Hoy, de nuevo, entusiasta y romántico, continúo con mi búsqueda, es probable, hasta mi retorno. Ok, estoy en crisis, pero no tengo que ser tonto, no me voy a ir de Barcelona sin ver a este hombre.

Plan: Kick-off = Bauma. La mejor “ensaladilla” rusa de mi vida. Allí estará oculto en una esquina tomándose un café, el espectro de Roy Lichtenstein y me regalará dos pistas (Bar José Luis + Joan de Sagarra) y una frase: “Barcelona está infestada de turistas.” José Luis, un gin-tonic. WiFi, Google y Sagarra, me llevarán al blog del propio Vila-Matas, donde encontraré un texto, graficado por una tapa de El Coyote de Juan Mallorquí, que será oro en polvo: un manual de instrucciones GPS. Al pie de la letra, obvio. ¡¿Calle Urgell… entre Londres… y Buenos Aires…?! Será Suficiente.

El Coyote, buen nombre para un barrio. Me duele la cabeza, apenas; un dolor suave y un sabor dulce en la boca. Mañana cumpliré mi plan. Al pie de la letra.

Sobre la calle Urgell

Sobre la calle Urgell

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Reseña Revista Pop Boutique. Barcelona, primavera 2017.
Un embelesamiento criollo.
A veces nos toman por sorpresa datos o informaciones del acontecer underground de nuestra ciudad y a veces las noticias nos llegan tarde. Tal es el caso de esta historia. Ricardo Mutt (San Miguel de Tucumán, 1981) Artista conceptual y actor argentino, miembro fundador de la flamante Society of Independent Digital Artists con sede en Londres, viajó a esta ciudad en febrero para una conferencia de la reconocida Profesora Anna Maria Guasch, sobre “soportes de archivos artísticos digitales”.
De manera muy descuidada, según nuestros reportes, el artista estaba preparando una obra que debía presentar en la inauguración de la primera exhibición anual de la sociedad de artistas de la cual era miembro. Para esto, buscaba en la influyente catedrática catalana una mentora y aspiraba a ganar su atención presentándole una pequeña pero audaz instalación portátil que había traído consigo desde Inglaterra. Víctima de su interés por la meta-conceptualidad, y gracias a la insistencia de un escritor argentino amigo suyo, compró el último libro de Enrique Vila-Matas el mismo día de su publicación y asistió al día siguiente a una charla que brindó el autor en la Biblioteca Esquerra de l´Eixample Agustí Centelles. De la última entrada en el blog del artista argentino, se puede deducir que el escritor o el contacto con su obra le produjo algún tipo de neurastenia, que devino en una desopilante teoría que merece su lectura. En la página web de la Sociedad de la cual el artista fue fundador, consta que dejó de pertenecer a la misma en abril de este año y no hay registro de ninguna obra suya en la primera y única exhibición de esta agrupación londinense. Si bien nunca se supo exactamente cuál fue la conexión de Mutt con Vila-Matas ni si alguna vez tuvieron un encuentro personal, sin contar que nadie ha salido a desmentir semejante teoría del argentino, cabría destacar un tweet de la editorial Seix Barral en febrero de este año:”#ParlemAmbVilaMatas #R.Mutt2017”.-

 

Epílogo

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por Ricardo Mutt
sábado 18/02/2017
blogspot.com

Revisar un original, una “prueba de galera”, etc., se ha convertido en una tarea faraónica, imposible y kafkiana. Este hecho, ha dejado ver la luz a obras maestras, sobre todo las llamadas “completas” o “escogidas”, con errores gruesos de sentido o lógica inmunes todavía a los correctores automáticos. Obras maestras clásicas como la de Cervantes, o la del autor Enrique Vila-Matas que, dada su vitalidad meta-literaria y su autorreferencialidad ficcional exquisita, necesitarían de un corrector de virtudes borgeanas para estar a la altura de esa tarea.

Así fue que el martes 14 de febrero, Día de San Valentín, durante el lanzamiento del último libro del autor barcelonés, Mac y su contratiempo, nadie salvo yo, pareció percatarse de las sutiles alteraciones que alguien, tal vez algún empleado astuto e infiel, había introducido en el manuscrito y que hacían, a mis ojos, que la obra del célebre autor quedase mirando al sudeste.

Vila-Matas y su mujer, Paula de Parma, acababan de regresar de un largo viaje (Vila-Matas no vacaciona nunca). Tal vez esta circunstancia hizo que ninguno de los dos prestase atención a lo ocurrido. Datos proporcionados por mi compatriota y socio en esta aventura, el escritor argentino radicado en Nueva York Sergio Luchami, sumado a investigaciones personales realizadas en los bares frecuentados por el escritor en el barrio de l‘Eixample de Barcelona, me fueron confirmando la teoría de la falta de revisión autoral final. Según trascendidos, toda la agenda para la presentación del libro habría estado embrollada por malos entendidos entre la representante del escritor, la editorial, y una tradición de pareja amenazada por este compromiso comercial, y cuyo resultado, fue permutar la presentación formal de la editora el día del lanzamiento, por una charla al día siguiente en una biblioteca cercana a la casa del autor.
Mi fobia social me impidió lo que los ingleses llaman “work the room”, pero me dio espacio para devorar la novela una segunda vez entre “montaditos” y cuatro tazas de café, en esa biblioteca futurista de sillones cómodos. Asistí a la charla travestido como Rosa Solterá, mi álter ego que fui desarrollando a lo largo de mi vida como artista, y con el que supe granjearme el respeto de la elite del arte conceptual durante mis primeros meses de residencia en Londres. Fui yo, o ella, quien, sin conocer el corpus vila-matiano, descubrió un par de inconsistencias llamativas, algunos pasajes incongruentes, y pudo deducir que ciertas frases, particularmente dos metáforas y una referencia metafísica, no podían haber sido escritas por el mismo autor del resto de la obra.

Al terminar la charla, imposibilitado de acceder al escritor por las hordas que querían estar cerca del emblema de la literatura española, pero entusiasmado por el color de sus zapatillas, tomé esa misma noche la decisión de extender mi estadía en Barcelona para tener oportunidad de tomarme un café con el escritor de rasgos serios e intimidantes. No me interesaba tanto el mancillamiento de la obra en sí, ni los derechos de autor que pudiesen haber sido vulnerados, como sí conocer al famoso catalán e invitarlo a que juntos hagamos de este hecho dañino y adrede un proyecto de arte conceptual, secreto y digital. End transaction.

NO ME GUSTA, la utopía de la impopularidad

por Carlos Sims

«Pero una persona corriente es, por definición, no-popular; sólo las estrellas, celebridades y personalidades excepcionales y famosas pueden ser populares.»
– Boris Groys

El reciente lanzamiento de Reactions, el set de opciones que propone Facebook además del ME GUSTA, abre un abanico de posibilidades de nuevas formas de empatizar en la red. Sin embargo, deja expuesto, de nuevo, la enorme dificultad de un botón tan sencillo como NO ME GUSTA.

¿Podrá Facebook desafiar la naturaleza 2.0 y reinventar la esencia del ADN que la convirtió en la red social más famosa y contundente del mundo?

Es que visto así, posponiendo el botón NO ME GUSTA, Facebook buscaría sortear los riesgos de una terrible enfermedad autoinmune y, tal vez, terminal. Aunque todos sabemos que en el siglo XXI, el siglo virtual, la muerte casi no existe, hay una vieja ecuación que sigue vigente: si la gente no consume, las empresas quiebran.

Al menos Facebook Inc. no sería la primera compañía global en padecer una enfermedad de este tipo. Podríamos pensar en Coca Cola, por ejemplo. Ellos también tienen su «ME GUSTA», ese santo grial guardado bajo siete llaves, que es su «fórmula secreta». Única, irrepetible. Sin embargo, en nuestra era biopolítica, cada tanto los intereses avanzan enfrentados. Y la fórmula, aunque «secreta» y «única», se vuelve obsoleta. Light, Zero, Life

Si bien la analogía parece caprichosa, podríamos citar unas líneas del sociólogo Javier de Rivera: «El refuerzo positivo es una motivación muy importante en el ser humano. O mejor dicho, la más importante, junto con el sexo y la comida que son otras formas de gratificación (fisiológicas y sociales).»¹

Casi paralelamente, este mismo mes, también Twitter se vió obligada a una indeseable cirugía mayor. Luego de haber «copiado» el botón ME GUSTA a Facebook con un corazoncito, modificó una de sus características fundacionales, dejando ahora de lado el orden cronológico de las noticias para priorizarlas según su propio criterio curatorial.

«No quieres atravesar el proceso en donde compartes algo muy importante en tu vida y alguien lo vota de manera negativa. No estamos para construir esas cosas en el mundo…» dicen desde Facebook.

Muchas son las razones y dificultades que tiene el botón NO ME GUSTA por delante, pero sospecho que ninguna de ellas está relacionada con el mundo maravilloso que Facebook tiene pensado para nosotros. Quizás los escollos más dramáticos tienen que ver con el potencial perjuicio que podría ocasionar a sus «clientes» y «proveedores». Debe quedar claro que nosotros, meros usuarios, sólo somos clientes en tanto y en cuanto anunciemos (¿consumamos?), porque este negocio tiene sólo un grupo de clientes: los anunciantes. Por lo demás, estoy de acuerdo con Jaron Lanier, con que nuestro verdadero rol en esta transacción es el de «proveedores», por ahora, ad honorem².

El primer perjuicio para los clientes es bastante obvio. La inversión publicitaria de las páginas comerciales en Facebook se vería amenazado por los NO ME GUSTA’s. Hoy por hoy, los moderadores y los community managers ya tienen bastantes dolores de cabeza con los reclamos, los «escraches» y etiquetados incómodos. Sin embargo, un simple y llano botón NO ME GUSTA, puede arruinar en pocas horas todo el esfuerzo publicitario con un trending topic negativo, volviendo toda una campaña no tan sólo ineficaz sino hasta contraproducente. El ejemplo rápido puede ser el escenario de los hinchas de la Selección de Brasil haciendo clics en la página de Facebook de Adidas-AFA de Argentina.

El segundo potencial perjuicio para los clientes, si bien sería indirecto, no por ello sería menos negativo; de hecho, debe ser todavía fuente de desvelo en los brainstormings de las oficinas de Facebook en California. La voracidad en la pauta publicitaria de la red ha venido colapsando nuestros feeds de noticias con publicaciones promocionadas (pagadas), incluso aplastando nuestras publicaciones «verdaderas» de familiares, amigos y colegas (gratis). Nosotros, usuarios/proveedores (y potenciales clientes, a su vez, de los anunciantes, claro), ahora tendríamos un nefasto factor de amor/odio con nuestra red social preferida: la baja performance de nuestras publicaciones (NO ME GUSTA’s). ¿Todas esas marcas y logotipos que acompañan diariamente nuestra experiencia, no serían entonces cómplices de ese fracaso? ¿No estarían, por ejemplo, patrocinando nuestro camino al olvido y a la impopularidad? No creo que nuestras asociaciones subliminales sean algo menor que Facebook quiera dejar librado al azar del siempre imprevisible comportamiento humano.

Al final de esta cadena alimenticia estamos nosotros, los «proveedores». Nuestros perjuicios serían de otra naturaleza y no tan palpables, pero muy factibles. Y en Facebook lo saben. ¿Nuestro ego sería capaz de aguantar los embates de nuestros contactos…? Porque, hasta ahora, lo único verdaderamente «negativo» que existe en Facebook es la indiferencia. Pero un botón NO ME GUSTA cambiaría el panorama violentamente y, desde ya, desdibujaría la imagen que tenemos del mundo y, lo más doloroso, de nosotros mismos.

La anemia actual de «noticias verdaderas» provocada por el exceso de publicidad y publicaciones promocionadas, sumado al desasosiego por la posible pérdida de ese solaz virtual donde sentirse querido (donde incluso podemos regocijarnos cada tanto como verdaderas celebrities, «una especie de famoso en miniatura» como lo llama de Rivera³), volverían nuestras sesiones en Facebook demasiado parecidas a la amarga y aburrida vida real. Un peligro enorme para el negocio.

Mientras tanto, tenemos las Reactions, una versión moderada y muy estudiada que, por supuesto, va a seguir estando regida por el implacable algoritmo (¿fórmula secreta?), premiando lo exitoso (demanda) y castigando lo verdadero (oferta).

Tal vez por ahora lo mejor sea “tomarse un descanso» de las redes sociales, como nos recomiendan Lanier y de Rivera, recordando que el cliente siempre, siempre, tiene la razón.

 

Referencias

¹ de Rivera, Javier (2015) “Un análisis sociológico del ‘Me Gusta’”. Sociología y Redes Sociales, recuperado el 28/02/2016 de http://sociologiayredessociales.com/2015/11/analisis-sociologico-del-me-gusta/

² Lanier, Jaron (2013) “Jaron Lanier on how to make the internet pay”. Entrevista, Channel 4 News, recuperado el 28/02/2016 de http://www.channel4.com/news/jaron-lanier-on-how-to-make-the-internet-pay

³ de Rivera, Javier (2010) “5 preguntas sobre las Redes sociales de internet”. Sociología y Redes Sociales, recuperado el 28/02/2016 de http://sociologiayredessociales.com/2010/11/5-preguntas-sobre-las-redes-sociales-de-internet/

Hombre Estelar

HOMBRE ESTELAR
STARMAN

por Carlos Sims

 

“Y si el músico ha compartido las furias y las ilusiones de los oprimidos, ¿es imposible que tanta esperanza y tanta rabia lo lleven más allá de sí mismo y cante hoy este mundo con voz futura?”
-SARTRE

Cuando vi el video de Blackstar, en diciembre del año pasado, tuve el triste presentimiento de estar viendo una de las últimas obras de David Bowie.

Es que todo en él me conmovía de una manera profunda, me inspiraba, pero también me dejaba con una sensación de vacío inexplicable. Las imágenes mostraban la erupción de energía creativa y genialidad, pero también estaba ahí la fragilidad del artista. Me vino el recuerdo de Freddie Mercury en los últimos videos de Queen. Ambos mostraban, con esa gracia british y en tono clown, pupila, dientes, mohínes y bananas, disfrutando, intuyo, de la impunidad de la última broma.

Ver el video un par de veces fue catalizando un insight y vino a mi cabeza algo que tenía archivado: un listado conceptual que entregó David Bowie al novelista Rick Moody en 2013, apenas lanzado The Next Day, el álbum anterior. Es una lista de palabras, un “diagrama de flujo”, que Moody le pidió para entender mejor el disco. El contexto era que Bowie no había hablado mucho del lanzamiento porque según él “sólo está la obra, y cualquier cosa más allá de la obra es más o menos de lo que trata este álbum”. La lista incluía estas siete palabras:

PANTEÓN

SÚCUBO

AISLAMIENTO

MIASMA

FÚNEBRE

ENTIERRO

TRÁGICO

A pesar de ser una parte importante del soundtrack de mi vida, sólo recién desde el año 2003 tengo el ritual de ir a comprar sus discos apenas salen. Reality es uno de mis discos preferidos: fue y es esencial en mi historia. Bailé en el living muchas veces New Killer Star (su primer single), junto con Siempre es Hoy, canción del disco homónimo de Gustavo Cerati y que había salido unos meses antes. Un año alternando esos discos en mi casa… y mi vida quedó encaminada. Después, el hiato fue importante, y tuve que esperar diez años hasta el próximo disco, The Next Day, del que hablaba antes. Mismo ritual.

Por supuesto que mucho antes de 2003, en mi niñez y adolescencia, había disfrutado y bailado con la música de Bowie, pero el hecho de la contemporaneidad, de disfrutar el disco en su momento, le regala algo especial al simple mortal. Signos, temas, identificaciones. Al fin y al cabo, estoy seguro de que en los próximos siglos van a envidiar “haber vivido en la época de Bowie”… curados ya, imagino, de la enfermedad que todavía padece nuestro siglo y que tan bien se pinta en The Stars (Are Out Tonight).

El viernes 8 de enero de 2016 se lanzó Blackstar, el último disco de David Bowie, coincidiendo con su cumpleaños número 69. Yo pospuse ir a comprar el disco por un viaje de fin de semana.

Afiche publicitario sobre la Av. Cabildo, enero/2016.

Afiche publicitario sobre la Av. Cabildo, enero/2016.

La mañana del lunes 11 de enero, después de que un par de amigos muy queridos me avisaran “Murió Bowie”… y después de leer una y otra vez los titulares, chequeando obsesivamente con las manos temblorosas en diferentes diarios… el desconsuelo fue gigante. El domingo 10 de enero, 2 días después de haber festejado su cumpleaños lanzando un disco enorme y soberbio, David Robert Jones había perdido una batalla secreta e íntima contra el cáncer. El mundo quedó conmocionado. Muchos artistas y referentes de la industria expresaron su pesar, pero todos coincidían en algo: estado de shock.

Cuando llegué esa misma mañana a El Ateneo Grand Splendid de Av. Santa Fé sonaban a todo volúmen temas ochentosos de Bowie. Yo seguía desconsolado y sentía vergüenza de hablar con un vendedor, así que fui directamente a las bateas. Ahí estaba. Con los días, me sentí afortunado: desde el día de su muerte, y durante por lo menos dos semanas, fue noticia que el disco en formato CD estuvo agotado en Amazon.com y casi imposible de conseguir en Europa y Estados Unidos (un fenómeno bastante extraño para un álbum recién lanzado por Sony Music). Pero para mí, aquella mañana de lunes y tal vez por mi manía retro, acá estaba: el único disco en el que él no aparece en la tapa… fondo blanco y una estrella negra de cinco puntas; abajo, un juego conceptual entre estrellas y las letra de su nombre. Estrellas.

New Killer Star + The Stars (Are Out Tonight) + Blackstar

No creo que sea casual que un concepto fetiche, en el sentido jacobyano del término, cruce sus tres últimos discos con tanta fuerza, como redondeando veinticinco álbumes y casi cincuenta años de carrera artística. Sin embargo esta estrella es importante, porque creo que encierra un último mensaje-metamensaje, que habrá que ir decantando a discreción. Ya sabemos lo inútil de intentar apurar a una metáfora. Es que, mientras que todos leíamos la noticia de su muerte, la cobertura de los medios, los tributos, etc… Buenos Aires estaba empapelada con el poster de una estrella negra. ¿Se trataba, acaso, de alguna indicación protocolar acerca de cómo llevar este luto…? ¿… de algún proyecto site-specific póstumo?

“Sólo está la obra”.

David Bowie era un actor. Y creo que en el fondo ésa fue mi motivación para escribir estas líneas a un mes de su desaparición física. ¿“Cuando se muere un actor se enciende una estrella”… es una frase popular o la estoy inventando? Como sea, en este caso… es difícil, porque se trata de una estrella negra.

Alejandra en El Castillo

Qué lindo la pasé en El Castillo… de Alejandra… | Les recomiendo la inspiradora Tertulia de Daniel Link de 2009: http://repositorio.educacion.gov.ar:8080/…/…/123456789/29081 (textos, fotos & videos)

— en Biblioteca Nacional De Maestros.

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Collage: El Castillo de Franz Kafka, copia perteneciente a Alejandra Pizarnik.

 

Plaza At Sensus: 2004 – 2014

Festejo los diez años de Plaza At Sensus, con este maravilloso combo Antígonas Modernas: Celia Aiziczon de Franco + María Florencia Ortiz Mayor.

Cheers!

Entrañas (1280x973)

Intertextualidad, por Luis Cano.