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por Carlos Sims

A ellos dos, por la inspiración infinita.

“…el exceso de suciedad obliga a notar y a describir. ¿Con respecto a qué norma? ¿A partir de cuándo un medio se torna sucio? ¿Qué resultados daría una historia ‘histórica’ de la suciedad?”
-Roland Barthes

“Una persona o una clase aislada de su propio pasado tiene menos libertad para decidir o actuar que una persona o una clase que ha sido capaz de situarse en la historia.”
-John Berger

Alejandra Pizarnik se suicidó el mismo año en que mi abuela murió de un infarto repentino, ambas con la misma edad: mi misma edad. Abuela por parte de madre. Sin embargo, ni la idea del suicidio ni la del infarto me provoca aprensión. Menos aquí en Barcelona, y con semejante objetivo por delante: encontrar urgente al escritor Enrique Vila-Matas.

La asociación abuela-poeta me llegó como un chispazo mientras hacía pis, y decidí volver al pequeño escritorio del cuarto de hotel, precisamente para documentar este link: mi abuela se llamaba Paula igual que la esposa del escritor, y lo demás tal vez fue obra de los sueños, nutridos por el único libro que me acompaña en este viaje: “Nueva correspondencia Pizarnik”.

1972.

Suena una música de la televisión catalana de fondo, y medito si no sería mejor cancelar todos mis planes de las últimas veinticuatro horas y volver a Londres, tranquilo, sin sobresaltos y con mis apuntes (quince fichas prolijas) antes que seguir en este camino de improbable éxito. Esas fichas casi corren la misma suerte que los accesorios que traje de Londres, si no fuera porque me moría de hambre al salir de la conferencia en la “Universitat”. Conferencia que fue el supuesto objeto del viaje y que ya pasó a segundo plano. Ahora debo encontrar a este escritor. Escritor al que siento conocer de toda la vida y que hasta hace una semana no había oído nombrar.

Si cualquier extraño repasase estas líneas supondría que soy escritor. ¡Nada más alejado de la realidad, querido intruso! Aunque mi crisis es tan profunda, que siento que cualquier extraño podría darme una mano. Ya lo decía Williams. ¿Es que podré abstraerme para ser yo mismo… ajeno de mis circunstancias…? ¿Racconto…? Suena interesante como ejercicio.

Martes 7. Llegada al Aeropuerto El Prat. Pequeño incidente en la aduana: mi apellido mal escrito, mi nacionalidad argentina, mi residencia inglesa y una valija con accesorios de baño provocaron perplejidad a las autoridades catalanas. Europa está paranoica. Todo aclarado: “Ricardo Mutt, artista conceptual.” Llegada al hotel, confirmación a la conferencia. Tarde libre, paseo por el Barrio Gótico.

Miércoles 8. Mañana perdida, sin noticias del mundo. “Mi silencio no admite justificación” de Pizarnik a Antonio Beneyto, febrero de 1972. Beneyto = Barcelona. Notas. Absorbido por el protocolo de la obra para la exhibición. Incertidumbre por la eventual incompatibilidad de la presentación de mi site-specific digital, con mi cargo en la Sociedad. Quebrar los moldes, darle para adelante. Mensaje de Sergio desde Nueva York, me dice que vaya a la charla del escritor Enrique Vila-Matas. Incertidumbre, again: seguir delineando la obra (”la puta obra”), o hacer turismo intelectual…

Jueves 9. Dos días hábiles para la conferencia; si quiero presentar la idea, más vale que me apure. Todas las plataformas, todos los dispositivos, todas las redes sociales, un usuario, una contraseña, un artista, un espectador. Catalogar. ¿Herramientas…? Carpetas y etiquetas. Afinidades artísticas. En qué brete estoy: melancólico y solo, armado con estos cacharros, contra el océano de podredumbre en internet. Directo al corazón, atravesando la mugre. Pensar, pensar. Alejarme de moralinas, focalizarme en el arte; que siempre resulta inútil, por otro lado.

Viernes 10. Tiro los accesorios de baño. Mi típica bronca tóxica… letanía acostumbrada por no valorar mis propias ideas. Es que… muchísima vergüenza. Esta mina es una grosa y yo me vengo con estas baratijas desde Inglaterra. No. Me doy asco. En fin, presentaré a Madame Guasch solo la idea para la exhibición digital. Si consigo su apoyo bien, si no… veo. Sergio insiste con Vila-Matas, me dice que es un genio, que admira a los artistas y que toda su obra literaria gira en torno a los artistas. Y que es “un pilar meta-literario de nuestra era.” A la tarde, prostitutas por El Raval.

Sábado 11. Sigo con los lineamientos de la obra. Artista VS. espectador. Entretenimiento. Cómo será de aburrido que está el público, que lee apurado los diarios mal escritos en internet. Pensarme como ingrediente humilde. Agujero voraz. Sol Lewitt me da argumentos inspiradores por si la Guasch objetase la falta de sustancia de mi obra: “No todas las ideas tienen porqué materializarse.” Madame Guasch jamás va a contradecir al gran Lewitt. Me paso la tarde de sábado en Whatsapp, respondiendo saludos de cumpleaños. Sergio no me escribió. Repaso su último mensaje. “Pilar meta-literario.” Cómo me conoce, el hijo de puta. Llamo a la Biblioteca Agustí Centelles para averiguar, me dicen que la charla es de “acceso libre hasta agotar plazas”. Asociación inocente con la plaza de mi infancia. Consulto si la charla tiene un tema, me responden que se da en el marco de la publicación del último libro del escritor: “Mac y su contratiempo”. Buscando en internet alguna afinidad del autor con el año 1972 (supersticioso, ya sé), descubro que le dedicó un artículo y varios textos a Alejandra Pizarnik. Además, que fue actor en otra época de su vida, como yo. Suficiente.

Domingo 12. Vuelco todo el protocolo de la obra a quince fichas índice #2. Nadie me para. Todo ese exceso de equipaje, aunque terminó en la basura, me sirvió para algo: la semántica de la obra va a estar inspirada en los baños romanos. Conectores y lavatorios. La libertad de los sexos. Posible devenir inglés, ¿Bath? Notas. Dudo si usar nomenclatura en inglés por esta aversión de los españoles a este idioma. Ahora veo. Ponderación natural de las bisociaciones y la sincronicidad (Koestler + Jung). No desenfocar: un artista = un espectador. Desafío tres punto cero.

Lunes 13. Conferencia. Conocerla. Es una grosa. Está por empezar. No sé qué hago viviendo en Londres, aquí está el epicentro del arte conceptual. Intermedio, muy aburrido. Almuerzo rápido. Notas de lo que me quedó en la cabeza (poco). Junto coraje para la segunda parte, tengo las fichas en la mochila. Compré un sobre de vinilo azul para presentárselas. Hay que entrar por los ojos.

Martes 14. Día de los enamorados. Metáfora cruel. Deambular por la ciudad. La ciudad… bella, yo… defraudado, desilusionado… Después de tanta admiración, de tantos mails, Anna María Guasch no quiere apoyar mi obra. Todo perdió sentido… de nuevo. Depre. Decido no asistir al segundo día de la conferencia. Sentimientos encontrados. Aun sintiéndome despreciado, pienso todavía en qué responderle si me escribe por mi ausencia. Tarado… ¿cómo ella, la gran Madame Guasch, va a notar mi ausencia…? Ni siquiera la lista de amigos notables, miembros de la Sociedad, logró cautivarla. Tampoco la Baronesa y sus mecenas alemanes, nada. Pudiéndose haber excusado por la falta de tiempo (le dije que la exhibición arrancaba el 10 de abril)… no. Simplemente no estaba “interesada”. Punto. De resentido nomás, lamenté cada libra que me gasté en sus carísimos libros. Ya casi mediodía. Compro el libro de Vila-Matas, café rápido y “bocadillo” de queso manchego para levantar el espíritu en este café-librería Laie. Sagrada Familia… en una visita que mi cuerpo resistió apenas, entre lágrimas y esperanzas. Hotel. Reconfortado. Ahora voy a abocarme a leer el libro, en cama. No pienso hacer otra cosa en todo el día.

Miércoles 15. Entusiasmado. Tengo mi obra, ¡por fin! ¡Tengo mi obra! Esta idea será mi obra. Todo tiene sentido, mi viaje, mi vida en Europa, mis maestros en Argentina, mis cuadernos, mis primeras exposiciones digitales, mi blog… todo, todo tiene sentido. Pero no debo apresurarme, debo encontrar urgente a Vila-Matas. Sin su apoyo, soy apenas un delirante. La mala noticia: no tiene Facebook, ni Twitter, ni nada. Un clásico. Solo me queda la charla de hoy. Gracias Sergio, gracias Lewitt. Soy un hombre entero. Respiro, me río, me cepillo los dientes. No puedo perderme esta charla en la biblioteca. Por nada del mundo, por nada del mundo, “acceso libre hasta agotar plazas”. Picardía argentina puesta en obra para arrebatarle la “plaza” a algún barcelonés desprevenido. Ok. Parar la moto. Horas de YouTube me confirman mi apreciación de las fotos: Vila-Matas debe ser un tipo de carácter. Podría desempolvar mi personaje de Rosa Solterá e ir travestido. Nada es ridículo en el imposible mundo del arte. Debería comprar ropa. Pensar la estrategia. Pensarla bien. Notas. Más que notas, garabatos.

En fin… sí: así estaba de loco y entusiasmado. ¡Y todo abortado por la vergüenza! ¡De nuevo la vergüenza!

Pienso en escribirle a Kartún para agradecerle de nuevo por sus enseñanzas, y contarle mi nuevo ejercicio de documentar los links. Contarle también lo de Pizarnik y la abuela, y Vila-Matas.

Vila-Matas, Vila-Matas… ¡¿por qué no me acerqué ayer y le dije TODO?! Soy un estúpido, ahora es como encontrar una aguja en un pajar. ¿Cómo sé si no tiene ya la información que yo pienso darle? ¿Cómo sé si le interesa mi proyecto? No va a ser fácil. Y de ahí, a que me entienda y me ampare… dudoso. Voy a llamar a la Baronesa esta tarde, necesito todo su apoyo.

Al salir de la charla, ayer, todo mi proyecto se desmoronaba. Hoy, de nuevo, entusiasta y romántico, continúo con mi búsqueda, es probable, hasta mi retorno. Ok, estoy en crisis, pero no tengo que ser tonto, no me voy a ir de Barcelona sin ver a este hombre.

Plan: Kick-off = Bauma. La mejor “ensaladilla” rusa de mi vida. Allí estará oculto en una esquina tomándose un café, el espectro de Roy Lichtenstein y me regalará dos pistas (Bar José Luis + Joan de Sagarra) y una frase: “Barcelona está infestada de turistas.” José Luis, un gin-tonic. WiFi, Google y Sagarra, me llevarán al blog del propio Vila-Matas, donde encontraré un texto, graficado por una tapa de El Coyote de Juan Mallorquí, que será oro en polvo: un manual de instrucciones GPS. Al pie de la letra, obvio. ¡¿Calle Urgell… entre Londres… y Buenos Aires…?! Será Suficiente.

El Coyote, buen nombre para un barrio. Me duele la cabeza, apenas; un dolor suave y un sabor dulce en la boca. Mañana cumpliré mi plan. Al pie de la letra.

Sobre la calle Urgell

Sobre la calle Urgell

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Reseña Revista Pop Boutique. Barcelona, primavera 2017.
Un embelesamiento criollo.
A veces nos toman por sorpresa datos o informaciones del acontecer underground de nuestra ciudad y a veces las noticias nos llegan tarde. Tal es el caso de esta historia. Ricardo Mutt (San Miguel de Tucumán, 1981) Artista conceptual y actor argentino, miembro fundador de la flamante Society of Independent Digital Artists con sede en Londres, viajó a esta ciudad en febrero para una conferencia de la reconocida Profesora Anna Maria Guasch, sobre “soportes de archivos artísticos digitales”.
De manera muy descuidada, según nuestros reportes, el artista estaba preparando una obra que debía presentar en la inauguración de la primera exhibición anual de la sociedad de artistas de la cual era miembro. Para esto, buscaba en la influyente catedrática catalana una mentora y aspiraba a ganar su atención presentándole una pequeña pero audaz instalación portátil que había traído consigo desde Inglaterra. Víctima de su interés por la meta-conceptualidad, y gracias a la insistencia de un escritor argentino amigo suyo, compró el último libro de Enrique Vila-Matas el mismo día de su publicación y asistió al día siguiente a una charla que brindó el autor en la Biblioteca Esquerra de l´Eixample Agustí Centelles. De la última entrada en el blog del artista argentino, se puede deducir que el escritor o el contacto con su obra le produjo algún tipo de neurastenia, que devino en una desopilante teoría que merece su lectura. En la página web de la Sociedad de la cual el artista fue fundador, consta que dejó de pertenecer a la misma en abril de este año y no hay registro de ninguna obra suya en la primera y única exhibición de esta agrupación londinense. Si bien nunca se supo exactamente cuál fue la conexión de Mutt con Vila-Matas ni si alguna vez tuvieron un encuentro personal, sin contar que nadie ha salido a desmentir semejante teoría del argentino, cabría destacar un tweet de la editorial Seix Barral en febrero de este año:”#ParlemAmbVilaMatas #R.Mutt2017”.-

 

Epílogo

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por Ricardo Mutt
sábado 18/02/2017
blogspot.com

Revisar un original, una “prueba de galera”, etc., se ha convertido en una tarea faraónica, imposible y kafkiana. Este hecho, ha dejado ver la luz a obras maestras, sobre todo las llamadas “completas” o “escogidas”, con errores gruesos de sentido o lógica inmunes todavía a los correctores automáticos. Obras maestras clásicas como la de Cervantes, o la del autor Enrique Vila-Matas que, dada su vitalidad meta-literaria y su autorreferencialidad ficcional exquisita, necesitarían de un corrector de virtudes borgeanas para estar a la altura de esa tarea.

Así fue que el martes 14 de febrero, Día de San Valentín, durante el lanzamiento del último libro del autor barcelonés, Mac y su contratiempo, nadie salvo yo, pareció percatarse de las sutiles alteraciones que alguien, tal vez algún empleado astuto e infiel, había introducido en el manuscrito y que hacían, a mis ojos, que la obra del célebre autor quedase mirando al sudeste.

Vila-Matas y su mujer, Paula de Parma, acababan de regresar de un largo viaje (Vila-Matas no vacaciona nunca). Tal vez esta circunstancia hizo que ninguno de los dos prestase atención a lo ocurrido. Datos proporcionados por mi compatriota y socio en esta aventura, el escritor argentino radicado en Nueva York Sergio Luchami, sumado a investigaciones personales realizadas en los bares frecuentados por el escritor en el barrio de l‘Eixample de Barcelona, me fueron confirmando la teoría de la falta de revisión autoral final. Según trascendidos, toda la agenda para la presentación del libro habría estado embrollada por malos entendidos entre la representante del escritor, la editorial, y una tradición de pareja amenazada por este compromiso comercial, y cuyo resultado, fue permutar la presentación formal de la editora el día del lanzamiento, por una charla al día siguiente en una biblioteca cercana a la casa del autor.
Mi fobia social me impidió lo que los ingleses llaman “work the room”, pero me dio espacio para devorar la novela una segunda vez entre “montaditos” y cuatro tazas de café, en esa biblioteca futurista de sillones cómodos. Asistí a la charla travestido como Rosa Solterá, mi álter ego que fui desarrollando a lo largo de mi vida como artista, y con el que supe granjearme el respeto de la elite del arte conceptual durante mis primeros meses de residencia en Londres. Fui yo, o ella, quien, sin conocer el corpus vila-matiano, descubrió un par de inconsistencias llamativas, algunos pasajes incongruentes, y pudo deducir que ciertas frases, particularmente dos metáforas y una referencia metafísica, no podían haber sido escritas por el mismo autor del resto de la obra.

Al terminar la charla, imposibilitado de acceder al escritor por las hordas que querían estar cerca del emblema de la literatura española, pero entusiasmado por el color de sus zapatillas, tomé esa misma noche la decisión de extender mi estadía en Barcelona para tener oportunidad de tomarme un café con el escritor de rasgos serios e intimidantes. No me interesaba tanto el mancillamiento de la obra en sí, ni los derechos de autor que pudiesen haber sido vulnerados, como sí conocer al famoso catalán e invitarlo a que juntos hagamos de este hecho dañino y adrede un proyecto de arte conceptual, secreto y digital. End transaction.

“Los clásicos siguen vivos sin perjuicio de las nuevas obras”

 
CARLOS SIMS

“Los clásicos siguen vivos sin perjuicio de las nuevas obras”

El actor representó “Los Áspides de Cleopatra” en España, en un proyecto que indaga la gran dramaturgia del Siglo de Oro.

TRABAJANDO EN MADRID. El tucumano interpreta a Lelio, el sacerdote egipcio que acompaña a Cleopatra. GENTILEZA Valeria Andrea Ruiz

TRABAJANDO EN MADRID. El tucumano interpreta a Lelio, el sacerdote egipcio que acompaña a Cleopatra. GENTILEZA Valeria Andrea Ruiz

Lunes 03 de Febrero de 2014

En 2012, junto al director argentino Rubén Szuchmacher trabajó en “La Segunda Parte de Enrique IV”, de William Shakespeare, nada menos que en el Shakespeare’s Globe Theatre de Londres. Y ahora, hace pocos días, representó otro clásico, pero en España. Desde hace muchos años Carlos Sims está radicado en Buenos Aires y su carrera artística no para de crecer.

El actor tucumano integra el elenco de “Los Áspides de Cleopatra”, de Francisco de Rojas Zorrilla, que se estrenó en Madrid, luego de haberse presentado durante la temporada pasada en el Teatro San Martín, de Buenos Aires. “Los Áspides de Cleopatra” subió a escena durante casi todo enero, como parte de la programación oficial 2014 de la Compañía Nacional de Teatro Clásico de España.

Una compañía española lanzó el proyecto “Laboratorio América” para indagar sobre la recepción y transformación de los clásicos del Siglo de Oro español en Latinoamérica. En el país el proyecto fue dirigido por Guillermo Heras, quien seleccionó al actor. Desde España, Sims respondió las preguntas de LA GACETA.

– ¿Cómo fue la repercusión en España?

– El reestreno aquí en Madrid salió fantástico. Al principio estábamos todos un poco inquietos porque sabíamos que como el Teatro Pavón de la Casacuberta es muy diferente al San Martín de Buenos Aires, el director iba a tener que ajustar muchas cosas. Pero nos jugaron a favor los casi cuatro meses de temporada porteña para que la obra reviviera con su esencia en España. Además tuvimos un excelente equipo artístico y técnico en ambos teatros, que hizo posible hasta lo más difícil. El público madrileño nos recibió de una manera increíble: fue una alegría enterarse a los dos días de estrenar que ya estaban completas todas las funciones del fin de semana. Había un auténtico interés y todos sabían que éramos actores argentinos. Los clásicos del Siglo de Oro son mucho más populares aquí y creo que esto hizo que se disfrutara de una manera muy natural, sin prejuicios de “teatro serio”. Lo mejor era cuando salíamos a saludar: ver las caras de alegría y recibir los cálidos aplausos.

– ¿Qué rol te tocó interpretar?

– Interpreto a Lelio, el sacerdote egipcio de la corte de Cleopatra. Lo interesante del papel es que en la época de los ptolomeos los sacerdotes no sólo cumplían funciones religiosas, sino también políticas y militares. Esto ayudó a que después, en el proceso creativo, surgiese la idea de compararlo con un “ministro del interior” de nuestros días. Además, Lelio representa la voz de la conciencia de Cleopatra; debe ponerle un límite a sus asuntos amorosos y a las cuestiones de Estado.

– ¿Tu opinión sobre esta recuperación de los clásicos es que la dramaturgia contemporánea no atrae?

– Hace 216 años que no se representaba “Los Áspides de Cleopatra”; una obra de una poética bellísima y de una partitura perfecta. Este solo hecho para mí justifica este emprendimiento que, a su vez, permite volver a disfrutar los clásicos que son el acervo de nuestra dramaturgia castellana. Sin embargo, pienso que los clásicos siguen vivos sin quitarle espacio a las dramaturgias nuevas, sin perjuicio de las obras nuevas. De hecho, creo que estamos viviendo un muy buen momento en cuanto a nuevas obras teatrales: se me vienen a la cabeza Mauricio KartúnLuis Cano oMariano Tenconi Blanco, como buenos y a la vez diferentes exponentes que en los últimos tres años han venido ofreciéndonos universos propios y actuales o vanguardistas, por así decirlo. Quizás estos ya sean los futuros clásicos…

– ¿El desafío actoral es distinto con un clásico?

– Como actor, trabajar en una obra clásica o contemporánea me resulta igual de comprometido. Lo que pasa con los clásicos es que, dependiendo de la manera en que se monten, uno tiene que jugar con formas muy conocidas. Por ejemplo, con esta obra de Rojas Zorrilla siempre estaba la expectativa de cómo íbamos a decir el verso. De todas maneras, para mí el desafío siempre pasa por estudiar e investigar esas formas y textos, para trabajar con la mayor entrega posible a la mirada que tiene el director sobre el material.

Kartún Nota «Felicidad en la Escritura»

Postby csims » 23 Mar 2009 07:08 pm

Mauricio Kartún:
“Si a la hora de escribir no puedo aceptar quién soy, nunca encontraré la felicidad en la escritura”
VER NOTA EN EL DESCUBRIMIENTO
http://www.el-descubrimiento.com.ar/lanota.php?id=37&id_sec=1&id_sub_sec=3

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$Textos$Creatividad$Dramaturgia$KARTUN2008$

Más Referencias:
KARTÚN ACERCA DE LA FORMACIÓN ARTÍSTICA EN BA http://www.plazaatsensus.com.ar/sims_blog/?p=515

Formación Artística en BUE

Toda la intimidad de los semilleros de talentos

La Argentina ofrece, para locales y extranjeros, una gran variedad de conservatorios y escuelas para quienes desean formarse en las artes dramáticas o musicales. Aquí, hablan alumnos y profesores. También, una guía de ayuda para hacer de la pasión una carrera con futuro.

Opina Mauricio Kartún, VER NOTA