Me voy de Lacroze, mi primer hogar desde que estoy Buenos Aires. Éste fue mi nido por dos años. Me gustaría –para variar- un poco de ceremonia.
Siempre esta casa, representó mi vida cerca de mi sueño, o mejor, la prueba de que quise algo, deseé y me ilusioné tanto con algo… que lo conseguí. Desde que la vi por primera vez hasta que dormí la primera noche pasaron… a ver… 5 días. En tan poco tiempo firmé el alquiler, busqué pintores, pintaron, me mudé, se ventiló la pintura fresca y cepillé mis dientes. Es motivo de profano orgullo la ejecutividad y el poco tiempo en que hicimos la mudanza; Dany, mi amigo, tuvo que lidiar con mi humor y muchas bolsas y cajas. En el papelito, pueden ver a lo que aspiraba como casa, y los hicieron un recreo en Lacroze pueden dar testimonio que tan cerca estuvo de lo soñado.
Se respiró mucho Arte en el lugar: salidas a recitales, batería, Mujer Tucumana, etc. Felpas y afiche, papel y lapiz… algunos delires tomaron forma. Engordé la biblioteca y, en este engorde, aprendí de Neruda y Borges que al pedo engordar. Aprendí de ellos (también de Sabina) que es mejor andar ligero de equipaje y que, mas que acumular, es mejor leer más y por placer: guardar lo esencial.
Igual, soy un coleccionista de cachivaches y enfermo guarda-papelitos, ¡así que las mudanzas van a ir haciéndose más y más costosas!
Inspiradas en Dudu (amiga de amiga) nacieron mis Picadas (*1*) que, lejos de papas fritas, las más complejas incluyeron huevos de codorniz y tomates confitados. Cuando uno tiene una casa que adora y es especial, por alguna razón fresca las visitas se vuelven especiales, y para ellas, se vuelve especial la estadía. A medida que cada uno arribaba, aportaba algo para la casa: una planta, un cartelito, un imán para la heladera, una comida, un vino… es gracioso: cuando te mudás cada dos años, tenés que buscar una casa cada vez más grande por todos los presentes y el calor de la gente que te quiere.
La terraza siempre fue la joya de la casa, ahí tomamos sol, tomamos mate, nos manguereamos. Hay un cantero con una aralia -dando asilo a unos fúngicos huéspedes-, un aloe que creció tanto que hubo que emancipar prematuramente un gajo a una maceta (pienso llevármela a mi nueva casa). Hicimos ahí las plantas acuáticas con Majuel, recuperamos el escuálido ficus. Todo este juego con la naturaleza fue relajante, y terminar con las manos y rodillas negras era un placer.
Aquí, la mayoría de las veces volver a casa era un deleite. Inclusive cuando volvía medio bajoneado de Tucumán por razones obvias, Lacroze en cierta forma ponía su perro moviendo la cola en la puerta, y mágicamente en mi ausencia la cama se tendía y washed the dishes. Las soledades tuvieron otro gusto aquí, fueron mas dulces quizás. No sé si por estar yo a gusto en el hogar o por la armonía que había en general por mi camino.
Irme ahora es un poco… no triste, pero raro. Digo más: me entusiasma el cambio –quizá por todo lo que aprendí este tiempo- pero me hace pensar lo rápido que pasan dos veranos… dos inviernos.
1 Publicidad: Empezó a tener tanta energía desordenada y para todos lados mi vida, aprendí tanto, tanto queda por aprender, tantas ideas, tantos proyectos… que decidí por fin tercerizar. Plaza At Sensus es la caja donde voy a guardar todo. Orden, caos… ahí voy a poner y compartir todo acerca de mí, mis proyectos, mi gente, mis lugares, etc. y voy a dar espacio a quien tenga algo interesante que decir o mostrar. No hay nada de tecnológico en esto así que sin miedo. http://www.PlazaAtSensus.com.ar
*1* Ejemplo de picada!
