Hablando sola
13 febrero, 2006 Deja un comentario
Acabo de ver a Mirtha Legrand, estaba en el Costa Galana. Salió con un vestido verde agua. Diosa total, de anteojos. Re diva; estaba recién empezando el programa y sale a saludar.
El tema es que me vine a comer a un lugar cerca del mar, en Playa Grande, justo en frente del hotel donde fui a verla. Una vez sentado y con la orden ya marchada, me relajo y veo una pareja que me conmovió. Ella, evidentemente, llevando los pantalones y demás de la relación; pero de una manera especial: me recuerda a mi madre, con una sonrisa en la cara… y con un despiste aparente. Se acercó a ver la carta, antes de sentarse, mientras él miraba el mar medio perdido. Al principio pensé que la ignoraba, pero ahora estoy convencido que está deprimido.
No son muy grandes, rondarán los primeros sesenta. Ambos usan anteojos. Ella también lleva la billetera, como la mayoría de las esposas de su edad calculo, que son las encargadas de administrar ambas jubilaciones. Ella está viviendo el momento, él no. Mi costado español/italiano me dice que ella está sufriendo por él, desgarrándose muy lentamente junto a él, junto a su depresión. Y que está aquí con él porque quiere sacarlo, quiere tratar de despertarlo. Lo trajo al mar para eso; pero no parece reaccionar, pierde su mirada a cada rato y ella queda comiendo sola. Hablando sola. Viviendo sola.
Pero mis reminiscencias inglesas me sugieren que ella está podrida, que está harta. Que está desesperada por un galán de aquellos, de capa azul y caballo blanco. Tan valiente como para atreverse a romper sus viejas medias y su gran bombacha con los dientes. Quiere transpirar, sudar junto a este príncipe que sólo vive en su imaginación, montado en su caballo. Y no sudar ordinariamente, limpiando muebles, cocinando para un helecho con forma de hombre, incapaz de mover de pronto su tallo, indicando me gusta aquello, o deseo esto. Rara vez algún viento sacude al helecho, pero sólo para quejarse de que algo está sucio o alguna verdura recocida. Así y todo, para esta señora, eso es suficiente para justificar su vida. Lo prefiere enojado a inerte.